miércoles, 11 de enero de 2012

¿Y nuestros viajeros? ¿Qué opinan de todo esto? ¿El capitán será capaz de guiarles?


Un viaje jamás se puede llevar a cabo si no se tiene en cuenta a sus pasajeros, la azafata sonriente o el saludo del capitán siempre alegran el día. Bueno, pues imaginaros si en este caso nos referimos al interminable viaje del aprendizaje. En este caso, nuestros pasajeros se dirigen al mundo de la literatura y qué menos que poder ayudarles y motivarles, pero para ello es necesario que sepamos algunas cosas sobre el mundo que se van a encontrar. Por ello, a continuación expondremos un boceto de  nuestro cuaderno de viaje que podemos titular:

La anatomía evolutiva de nuestros tripulantes:

Como guía de nuestros pequeños tripulantes para la literatura, lo primero que debemos de pensar es en qué tipo de libros les pueden gustar y para ello debemos de tener en cuenta sus derechos ya que imponer no suele ser la mejor forma de conquistar a las personas ya sean niños o adultos.

Nuestros tripulantes tienen los siguientes derechos:
1) El derecho a no leer. 
2) El derecho a saltarnos páginas.
3) El derecho a no terminar un libro.
4) El derecho a releer.
5) El derecho a leer cualquier cosa.
6) El derecho al bovarismo
7) El derecho a leer en cualquier sitio.
8) El derecho a hojear.
9) El derecho a leer en voz alta.
10) El derecho a callarnos.
Es importante respetar estos derechos básicos aunque no debemos de olvidar que existen más. Como capitanes de este viaje es muy importante no imponer, ya que esto en muchas ocasiones despierta un rechazo hacia el mundo de la lectura. En estos derechos implícitamente se hace referencia a los gustos, y es que debemos de saber que cada uno tiene gustos diferentes y que un adulto no tendrá los mismos gustos que un niño, por ello lo más adecuado es si se va a proponer una lectura ofrecer una lista para que el lector elija.
Sabiendo que tienen el derecho a no leer, debemos de pararnos a pensar cómo podemos conseguir atraer a nuestros tripulantes hacia este maravilloso mundo. Para ello, debemos de tener en cuenta que no todos son iguales y por ello tenemos que fijarnos en su desarrollo evolutivo. Debemos de saber que no es necesario hacer estrictas diferenciaciones por edad aunque sí debemos de tener en cuenta las fases evolutivas.
Un ejemplo de clasificación fue la de la colección el barco de vapor que marcó la literatura infantil (ésta salió en los años 70 ya que se imponía la lectura de 5 libros al año)

·         La serie blanca: 1º lectores, que no es para infantil sino para los primeros trimestres.
·         La serie azul: de los 6 a los 8 años
·         La serie roja: de los 10 a los 12 años
·         La serie naranja: de los 8 a los 10 años

El niño está en el desarrollo de sus capacidades, y aunque no se deben hacer rígidas diferenciaciones por edad, sí debemos de conocer las fases evolutivas, porque del estadio en el que el niño se encuentre, dependerán sus intereses y posibilidades en relación con el libro y la lectura. Esto nos interesa ya que la lectura no es mero desciframiento, se relaciona con su desarrollo personal completo, y en la infancia se forma la personalidad del individuo y se da un desarrollo lingüístico, físico y perceptivo -motor
.
En cada etapa podemos diferenciar los siguientes criterios expuestos por el profesor en biblioteconomía José Antonio Gómez Hernández:

Desde el nacimiento a los dos años: A partir de los ocho meses se pueden percibir imágenes sencillas y captar relatos cortos relacionados con el entorno. El libro se puede acercar como objeto físico, como fuente de estímulos visuales, táctiles, auditivos, etc.

De los dos a los seis años: El pensamiento del niño está ligado todavía a significados inmediatos, no ejecuta todavía operaciones mentales, responde a los acontecimientos nuevos en función de su percepción.
De los dos a los cuatro años, el niño empieza a diferenciar entre el yo y lo exterior, que capta desde sus percepciones inmediatas. Es un período también de animismo, de pensar que las cosas animadas están dotadas de una vida interior como la suya, mezclando realidad y fantasía. Por eso al niño le gusta en este momento los cuentos y fábulas con personificaciones y objetos animados.
De los dos a los tres años gustan de cuentos muy cortos de temas sencillos y claros de ideas y lenguaje, relacionados con la vida cotidiana. También son interesantes los libros que favorezcan el enriquecimiento del vocabulario a través del juego con la palabra como puedan ser adivinanzas, cancioncillas, trabalenguas, onomatopeyas, etc. Sobre los cuatro años llega un momento de fantasía desbordante, gusta lo mágico y fantástico, los cuentos de hadas y los cuentos maravillosos, los personajes fantásticos. Los cuentos de animales también le gustan, así como los libros que cultivan los sentidos: libros de imágenes, texturas, etc. Es muy importante leer a los niños, hay un predominio del lenguaje oral. El niño va desarrollando la capacidad para comprender las historias, de seguir el orden de los acontecimientos, siempre que los contenidos sean familiares y la secuencia se ajuste a sus expectativas. Puede ser interesante apoyar la narración con recursos visuales y manipulativos, desde la diapositiva a la escenificación con títeres, etc.

De los cuatro a los siete el niño va desarrollando su capacidad de representación. Les gusta del dibujo, el juego simbólico, la dramatización. Es el momento de trabajar la lectura de la imagen, descubrir las figuras dominantes, los colores, localizar los objetos, e ir descubriendo las conexiones entre los dibujos, y entre estos y el texto que los acompañan. En cuanto a los gustos literarios, son muy amplios y evolucionan.

De los seis-siete a los once años: Período de las operaciones concretas. Se divide en dos etapas; de los siete a los nueve, en que al principio predomina lo maravilloso; el niño gusta todavía de cuentos e historias fantásticas: hadas, brujas, duendes, magos, gigantes, ogros, que con sus poderes dan rienda suelta a la fantasía del niño. Pero después la fantasía y la fabulación van descendiendo hacia un realismo ingenuo. Los cuentos van dando paso a la pandilla, los viajes, la pequeña aventura. Y de los nueve a los once, en que el niño alcanza la madurez, predomina la razón sobre la fantasía. Libros de aventuras con identificación con el protagonista,  viajes y ciencia ficción.

De los once a los quince: sería el período de las operaciones formales. Paso de lo concreto a lo abstracto. Los chicos participan de ideas superiores como verdad, justicia. Tiene gusto por la poesía, el teatro. Aventuras, misterio y novelas cortas. El joven está afrontando su transición a la edad adulta, está formándose sus propios valores, y necesita modelos de identificación, libros que planteen los problemas que están viviendo.”

Pero aunque estas aportaciones nos den nociones sobre qué libros podemos recomendar, no debemos de olvidar que el desarrollo evolutivo no es cómo un reloj, nos podemos encontrarnos con niños que tengan 6 años y todavía no hayan alcanzado por así decirlo la etapa correspondiente. Por tanto, no podremos atenernos sólo al desarrollo evolutivo del niño, sino también a sus gustos.

Por último, la edición también influirá en la lectura de un libro. Es preciso saber el porqué del tamaño de las letras, ya que independientemente de que sea un factor económico según la edad del niño favorecerá o no la legibilidad. Por ejemplo, si la letra es grande, esto aumenta el espacio entre las palabras y favorece la legibilidad. También la letra variara según la agilidad de los movimientos sacadicos. Es preciso saber, que en un principio se trabaja con letra cursiva ya que están aprendiendo a escribir y esto facilita el aprendizaje en ambos sentidos.  Más tarde si se puede usar la letra de imprenta, una vez que se haya dominado la cursiva. Las ilustraciones también varían, en un principio al existir libros para niños que no saben leer todavía, las imágenes aparecen en gran tamaño y a su vez aparecen texturas diversas para que el niño pueda jugar. Conforme el niño va creciendo, las ilustraciones van siendo más pequeñas, dejando paso a la imaginación.

En definitiva, para realizar un viaje confortable y que nuestros tripulantes se sientan a gusto, es necesario conocerles, tanto sus gustos como su desarrollo evolutivo, sin olvidar sus derechos. También debemos de cuidar el paisaje y los lugares ya que a nadie le gusta caminar por un terreno complicado y fangoso.

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