Lo primero que debemos de saber es qué significa folklore. Etimológicamente hablando viene del anglosajón “folk” (pueblo) y “Lore” (sabiduría). Una definición que dio William John Thoms (queriendo sustituir la de antigüedades populares o literatura popular), con el pseudónimo de Ambrosio Martin, en su carta, titulada «Floklore», fue saber tradicional del pueblo. Por otro lado, Tylor en “la cultura primitiva” lo define como “supervivencias culturales”. Estos términos suponen una definición muy amplia ya que entre antropólogos existen varias disyuntivas sobre el término cultura. Pero una cosa queda clara, es que no debemos de confundir el término folklore con el término popular a pesar de la delgada línea que los separa. El término folklore hace referencia a una tradición cultural, mientras que el término popular hace referencia a algo famoso. Podemos encontrar numerosas definiciones expuestas por diferentes autores conocidos ya que el folklore ha sido fuente de numerosos estudios:
· Francis Lee Utley, intentó integrar los estudios folklóricos estadounidenses en una perspectiva internacional. Analizó las 21 definiciones que aparecían en el libro “Diccionario estándar del folklore, mitología y leyenda; Fried,J. y Leach, M. (1949)”. Su sorpresa fue que en más de la mitad de las definiciones aparecían las palabras: oral, transmisión, tradición, supervivencias y comunal.
· Benjamín Botkin, declaraba que: “en una cultura puramente oral, todo es folklore”
· Jonas Balys, intentó separa la disciplina de su materia de estudio, creando así una nueva definición.
Podríamos nombrar a muchos más autores como John L Mish, Edith Fowke… pero creo que lo que más nos ayudará es leer este enlace que dejo a continuación, relata el recorrido del concepto de folklore y es francamente muy interesante (pág. 234 en adelante)
Por otro lado, no podemos olvidarnos de la definición de literatura infantil que nos indica que los textos folklóricos no fueron creados para los niños. A raíz de esto nos surge la siguiente pregunta y es… ¿qué características tiene un texto folklórico?
La primera característica común a estos textos es que no tienen autor, se transmitieron oralmente de generación en generación (llamada transmisión vertical y horizontal) hasta que diversos autores decidieron recopilarlos o adaptarlos pasándolos al lenguaje escrito. Por lo general, los textos folklóricos se consideran literatura viva, ya que han sido transmitidos y se contemplan diferentes historias a partir de la misma. Cuando se ponen por escrito tiene una ventaja y es que ya no se pierde, pero una desventaja es que ya no se hacen transformaciones, lo escrito perdura. Antiguamente eran historias contadas para el entretenimiento, debemos de considerar que en aquella época no había casi luz y cuando anochecía no era posible seguir trabajando, por ello se reunían entorno a la chimenea para contar historias que aunque contenían enseñanzas (que no es lo mismo que moralejas) su función básica era el entretenimiento. Estas historias viajaron a diferentes lugares, ya que si por ejemplo se acogía a un extranjero este contaba las historias que conocía, por ello resulta imposible conocer las procedencia exacta de los textos folklóricos. Por último, otra característica de estos textos es el uso de personajes planos, son personajes sin personalidad a los que se les atribuye dos característica como máximo. Como ejemplo de esto podemos nombrar a Blancanieves cuyas dos únicas características son ser guapa y buena.
Como hemos visto anteriormente, el folklore ha sido fuente de numerosos estudios. Vladimir Propp se centró en el estudio de los cuentos folklóricos y publicó un libro llamado “morfología del cuento” donde Propp hace un análisis exhaustivo de las funciones de los personajes, entendiendo por función la acción definida de un personaje. Aisló 31 funciones que definirían los cuentos maravillosos, para Propp las funciones no son excluyentes unas de otras y suelen estar emparejadas. Para saber más detalles sobre este estudio aconsejo mirar el siguiente porwer point donde vienen muy bien explicadas las diferentes funciones y el estudio que realizó Vladimir Propp sobre los cuentos maravillosos:
También realizó una clasificación en la que diferenció:
· Los mitos: historias de origen religioso cuyas religiones han desaparecido como pueda ser la mitología…
· Los cuentos de animales: en estos cuentos, todos los personajes son animales como por ejemplo “los tres cerditos” o “los siete cabritillo”. En este apartado encontramos una subdivisión que diferencia los cuentos de animales propiamente dichos y las fábulas. En los cuentos propiamente dichos, los cuentos son animistas y los animales representan a personas. No tienen moraleja, la enseñanza o enseñanzas aparece a lo largo del cuento. En cambio, las fábulas tienen como característica que los animales representan arquetipos humanos (los vicios y las virtudes). Un ejemplo es la fábula de la cigarra y la hormiga. Las fábulas sí tienen moraleja, son historias moralizantes. El primer fabulista que en realidad fue un recopilador de fábulas fue Esopo con las “fabulas de Esopo” y no debemos olvidarnos de nombrar que en España las más antiguas que se asemejan a las fábulas son las de “el conde Lucanor” de Don Juan Manuel.
· Los cuentos de fórmula: son cuentos con una estructura repetitiva.
· Los cuentos de hadas, o maravillosos: los personajes provienen del mundo mágico y siempre aparece uno para ayudar, no siempre son hadas, también puede ser un pájaro que habla, una viejecita…)
Vladimir Propp se centró sobre todo en los cuentos maravillosos y llegó a una conclusión sobre la estructura de los cuentos:
- El personaje vive dentro de su núcleo familiar, protegido, siendo feliz o infeliz.
- Llega un momento en que el personaje se ve obligado a abandonar su casa, ya sea porque el peligro está dentro, porque le echen o porque no le guste. Esto representa la adolescencia.
- Por último, llega a la edad adulta que se suele simbolizar por el matrimonio o tener su propia casa.
En definitiva, los cuentos cuentan las fases para llegar a ser adulto.
Otro autor que no podemos olvidar es la aportación de Bruno Bettelheim con su libro “psicoanálisis de los cuentos de hadas”. Realizó un análisis de la parte simbólica de los cuentos y descubrió que las personas se sienten identificadas automáticamente con los personajes, sin pensar. Por ejemplo, en el cuento de “los tres cerditos”: el cerdito que construye con paja se asocia al niño pequeño (no sabe nada, lo hace corriendo porque se quiere ir a jugar); el cerdito con la casa de madera representa la adolescencia, sabe que existe el ladrillo pero la madera es más fácil porque así le da tiempo a irse con los amigos, el cerdito con la casa de ladrillo representa al adulto. Este cuento tan conocido, no se nos ocurriría contarlo con niños de doce años, pero viendo esta explicación nos sugiere una forma de hacerlo y es planteando diversas preguntas como ¿Cuándo te has comportado como el cerdito de la casa de paja?...
Otro conocedor de los cuentos folklóricos es Gianni Rodari que con su obra “gramática de la fantasía” en la que reelabora unas conversaciones con Reggio Emilia. En este libro encontraremos grandes aportaciones para poder contar cuentos con los niños, el propio Rodari escribía en su libro: “La presente Gramática de la fantasía –este me parece el momento para aclararlo definitivamente– no es ni una teoría de la imaginación infantil, ni una colección de recetas, un “sabores” de las historias, sino, creo, una propuesta para poner junto a cuantas tiendan a enriquecer de estímulos el ambiente (casa o escuela, no importa) en el que crece el niño”. Pero lo que más caracterizó a Rodari en el mundo del folklore fue su teoría sobre el binomio fantástico que consiste en enfrentar dos palabras extrañas entre sí (ej. Perro- armario) y esto obliga al uso de la fantasía para ponerlas en relación.
No podemos relegar el nombre de Pedro C. Cerrillo en cuya obra “lírica popular española de tradición infantil” vincula el folklore y el cancionero tradicional infantil proponiendo una clasificación de la lírica infantil. En esta clasificación encontramos lo siguiente: nanas o canciones de cuna; adivinanzas; juegos mímicos; canciones escenificadas; oraciones; formulas para echar suertes; burlas y trabalenguas.
Independientemente de estos autores, existen muchos más, entre ellos, debemos de nombrar a Sara C. Bryant, que fue una conocedora de los cuentos y también propuso una clasificación, es más, fue la primera mujer que se declaró cuentacuentos.
Otros autores que han ayudado mucho en el ámbito del folklore son los recopiladores de textos folklóricos. Uno de los más antiguos recopiladores fue Rodrigo Caro (s. XVII), que recopiló textos en verso, juegos y canciones que cantaban los niños en un libro llamado “Días geniales o lúdicos”.
En el s. XVIII, conocido como el siglo de la luces, al ser un siglo en el que se quiere saber de todo, no puede faltar el saber popular. Es preciso nombrar a la figura del rey Louis XIV (el rey sol) a quién le gustaba que le entretuvieran y por tanto que le contaran historias. En esta época, las mujeres eran las encargadas de los niños y por ello de contarles cuentos, así es como se conoce a Jeanne-Marie LePrince de Beaumont. Fue la primera en adaptar la historia “le loup blanc” y transformarla en el conocido cuento de “la bella y la bestia”.
Otra figura característica de esta época es la de Giovanni Bocaccio, su obra recoge diversas historias “picantes”, “el Decamerón”.
Aparecen los cuentos de las mil y una noches, recopilados por un autor anónimo, se cree que provienen del mundo árabe. En ellos podemos encontrar “Aladino y la lámpara maravillosa”, “Alibaba y los cuarenta ladrones”…
El pedagogo Charles Perrault también hace parte del s. XVIII y empezó a interesarse en los cuentos debido a que la nodriza de sus hijos los contaba. Era un gran interesado de las historias celtas. Le encantaban tanto los cuentos, que los utilizó adaptándolos y añadiendo una moraleja personal. Esto sucedió debido a que no estaba de acuerdo con muchos de los excesos que se cometían en la corte. En un principio su libro se llamaba “comptes de fées” pero debido a que en la portada aparecía una oca se cambio el titulo a “comptes de ma mère l´oye”. Todos sus cuentos tienen intención moralizante y no fueron escritos para niños.
Por otro lado, en Alemania, donde el movimiento es el romanticismo, surgen los hermanos Grimm que eran filólogos. Se dejaron llevar por los nacionalismos y pensando que los cuentos eran riqueza cultural alemana decidieron recopilarlos en un libro titulado “cuentos para la infancia y la juventud”. Debido al título, muchos niños lo compraron y se recibieron muchas quejas ya que eran cuentos en su mayoría violentos… debido a esto, la editorial pidió que los adaptaran para poder volver a publicarlos. Al final accedieron, y lo que hicieron fueron pequeñas adaptaciones por ejemplo, si la madre quería matar a su hijo, la convertían en madrasta.
Como maestros, cuando queramos adaptar un cuento, es necesario que cojamos lo que este menos adaptado. Llegados a este punto, es importante hacer una distinción entre los términos adaptación y versión. Debemos de saber que una versión es el cambio sin intencionalidad de una historia, en la que uno lo cuenta con sus propias palabras. En cambio, una adaptación es intencional y se hace en base a unos criterios.
En la segunda mitad del s. XIX nos encontramos con Charles Dickens que se centró en los niños de la calle, a pesar de que los protagonistas fueran niños no son para niños. Entre sus obras más conocidas está “Oliver Twist”
En Dinamarca, otro gran recopilador y adaptador de cuentos fue Hans Christian Andersen, este es tan conocido que tiene un premio con su propio nombre, los premios de literatura infantil. Uno de los cuentos más conocidos es “la sirenita” y se hizo una estatua de ella estando en vida el autor. Aunque no hacen parte de este bloque, es preciso nombrar los cuentos de autor que tenían personajes reales y eran escritos por él, un ejemplo conocido es el cuento de la cerillera que aunque no contiene moralejas, se pueden sacar muchas enseñanzas.
En España, también encontramos grandes recopiladores como puedan ser Cecilia Böhl de Faber y Larrea más conocida como Fernán caballero que se encargó de recopilar textos folklóricos en verso. Asimismo, aunque más tarde, Calleja también adaptó cuentos folklóricos. Tampoco podemos olvidarnos del padre Coloma cuya peculiaridad es que convierte los personajes mágicos en personajes religiosos de la historia popular (como ejemplo citaremos al famoso Pepe Botero). Las hadas las convierte en ángeles de la guarda y los monstruos en demonios.
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