martes, 10 de enero de 2012

La máquina del tiempo: visitando a los grandes maestros…

Es difícil hablar de un principio claro en la literatura infantil ya que en muchos casos eran cuentos que no estaban dirigidos a niños.  Tenemos que tener en cuenta una serie de criterios para poder situar los principios de la literatura infantil como puedan ser que el niño sea el referente. Es necesario tener en cuenta la intención con la que se ha escrito, si la intención principal es didáctica o moralizante no hablaremos de literatura sino de para literatura.
Teniendo en cuenta esto, saber los orígenes de la literatura infantil se torna en una tarea ardua y complicada ya que existen opiniones divergentes sobre este tema. Por ejemplo, en el S.XVIII, en Francia nos encontramos con madame le Prince de Beaumont (1711) que publica cuentos pensados para enseñar valores y cuestiones de la vida. Esto se sabe debido a que se dedicó a la enseñanza (la princesa de gales y el futuro Joseph II) y los libros que escribió como puedan ser “Le prince charmant” que hace elogio de la virtud o “le magasin des pauvres” son todo cuentos con diálogos que tienden a la enseñanza. Se podría considerar literatura infantil, pero se aleja del término actual ya que si bien los protagonistas a veces son niños, lo son de cuerpo pero no de mente.
En Inglaterra ocurre lo mismo, aparece una librería y editorial creada por John New Berry que recopila cuentos folclóricos intentando adaptarlos para niños.
             Con estos breves ejemplos podemos vislumbrar el entramado complejo que supone hablar de los principios de la literatura infantil.

En España ocurre más de lo mismo, aparece la editorial de Saturnino Calleja (1876) con los “cuentos de Calleja”. En esta época sólo accedían a los libros los que sabían leer y los que tenían dinero, su idea de abaratar los costes creando “los cuentos de calleja” fue revolucionaria ya que muchos pudieron acceder a los libros, pero los cuentos no dejaban de tener un carácter moralizante con una concepción estereotipada del mundo infantil. Lo que llamaba la atención era lo pequeños que eran y la sorprendente idea de acercarlos a la clase media.
A lo largo del S.XX aparece una concepción diferente de la literatura, ya no se trata sólo de enseñar sino también se habla de entretenimiento y diversión. Precisamente la editorial calleja edita una serie de cuentos en 1927 relacionados con una serie de pinochos cuyo autor es Salvador Bartolozzi Rubio. Este último era escritor y dibujante madrileño y  superó el éxito del Pinocho de Collodi. Siguió creando nuevos personajes como Pipo y Pipa. Publica obras como puedan ser “las aventuras maravillosas de Pipo y Pipa en el país de los gigantes”, “Pipo y Pipa en el país de los fantoches”…
La autora que marca sin duda una diferencia en la literatura infantil es Encarnación Aragoneses Urquijo, más bien conocida como Elena Fortún. Esta autora supo acercarse a la psicología del niño con una colección llamada Celia. Su primer libro, “Celia, lo que dice” fue un gran salto que además dio paso a otros autores, pero todo esto se frenó debido al estallido de la guerra civil que obligó al exilio a autores como Salvador Bartolozzi, Antoniorrobles (1932-36:”Rompetacones y Azulita” ,“Mis Diez Compañeros”, “Cuentos de los juguetes vivos”…) o la propia Elena Fortún.
Aún así hay otros autores que se ven obligados a escribir ya que no tenían para comer, entre ellos Concha Zardoya que publicaba bajo el pseudónimo “Concha de Salamanca”. A pesar de ser una época de censura empezaron a destacar Liboria Casas Regueiro (1911-1999), más conocida como Borita Casas, creadora de Antoñita la fantástica. Empezó contando las historias de este personaje en la radio y tuvo mucho éxito ya que la radio en esa época era una gran ayuda para la distracción para evadirse de todo lo que ocurria. Justo cuando parecía que el éxito de Antoñita comenzaba a diluirse, Borita Casas vio su nombre impreso en letras de molde porque empezó a colaborar asiduamente en la revista" Mis chicas", que se inició el 2 de abril de 1942. Así, desde 1947, Borita Casas empezó a colaborar semanalmente con la revista. En 1948, “Antoñita la fantástica” se convirtió en libro, con la suma de sus historias semanales hasta formar una serie que va desde que Antoñita tiene 9 años hasta que se casa.
No podemos cerrar este apartado sin mencionar a José María Sánchez Silva, creador de “Marcelino pan y vino” cuyo personaje no es un personaje plano sino que es un niño de verdad hasta que llega a la parte moralizante. Salió sobre los años 60 y es necesario saber que hoy en día no habría ganado ningún premio ya que los niños de esa época no se parecen a los de ésta y la literatura ha ido evolucionando.

Tras este breve paseo por el tiempo, destacamos que la literatura infantil fue surgiendo en distintos tiempos según los países, años 30, 40… En España podemos decir que fue en los años 70.

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